EDUCACION FINANCIERAS PARA LA VIDA
A los seres humanos nos gusta hablar, lo hacemos con amigos, compañeros de trabajo, parejas, casi de cualquier tema, política, sexo, amor, pero nos cuesta meternos con el dinero. No queremos mostrarnos como personas que solo piensan en eso.
Tratemos de verlo desde esta perspectiva: ¿nos gustaría ser catalogados como analfabetos financieros? Casi con seguridad a los adultos nos costaría responder algunas preguntas financieras básicas, no de inflación, ahí nos creemos saberlas todas.
Vamos a entrar en algo que es considerado la parte más difícil, la de comprender que nuestro proyecto de vida, en la etapa en que se encuentre, estará acompañado por el dinero en una relación que debe ser sana, poniendo el dinero a nuestro servicio y no nosotros corriendo detrás de él.
Ahora, ¿Cómo viene y se va el dinero de nuestras vidas? vamos con algunos ejemplos cotidianos: nos depositan la quincena en una cuenta bancaria y nos dan una tarjeta de crédito con un lindo límite para comprar, mientras que para obtener la licencia de conducir tienes que acreditar conocimientos y pasar varios exámenes, etc. El banco te da la tarjeta black, una palmadita en la espalda y a consumir. ¡Felicidades ya eres un cliente vip!
Pero, ¿Cómo funciona este juego? estamos comprando y al mismo tiempo adquiriendo una deuda que tenemos que pagar, aunque parezca obvio. Nos dicen que depositemos en una cuenta de ahorros y nos suena bien, pero ¿sabes que no ahorran? te pagan un interés por dejar estacionado el dinero en la cuenta, pero tú capital no crece ni te cubre de la inflación.
Sería mejor llamarla cuenta de desahorro, por qué establecemos un plazo fijo, nos ofrecen una tasa de interés que nos impresiona, creemos que esa es nuestra ganancia y nos gastamos los intereses con singular alegría, pero a fin de año, cuando vemos que el dinero que nos quedó nos alcanza para menos que antes, nos dan ganas de llorar.
El capital real, nuestro verdadero poder adquisitivo y de compra, se esfumó, ahí también está la inflación. Compramos a meses y nos decimos “¡genial!, son mensualidades pequeñas, no me va a costar esfuerzo pagarlas”, pero ¿y si tu sueldo no aumenta, o se reduce? ¿y si los nuevos gastos crecen con exponencialmente?, ¿no tendrás dificultades? Un escenario como el que vivimos durante 2020 y 2021 debido a la contingencia sanitaria, con su impacto en el empleo y los salarios, es el mejor ejemplo.
Se estima que al menos 3 de cada 10 compradores que pagaron a meses no podrán cubrir íntegramente el saldo de sus deudas. En 50 años, pasamos de comprar cosas que podíamos ver y tocar en una tienda con el dinero que teníamos en el bolsillo, a utilizar plataformas de comercio electrónico y pagar con nuestras tarjetas y carteras digitales.
Si no entendemos que ese gasto va a quedar en nuestro estado de cuenta y que el fruto de nuestro trabajo tendrá que pagarlo, habrá problemas. Lo peor que podríamos hacer en caso de sobreendeudamiento es adquirir una nueva deuda para pagar las demás.
Uno de los principales objetivos de la educación financiera es aprender a coordinar las cuatro claves del dinero: ingreso, gasto, ahorro y deuda. Esto te permitirá administrar tus finanzas personales en un entorno social más complejo, más vulnerable, donde la fragilidad financiera impacta ya no sólo en tu bolsillo, sino también en tu calidad de vida.
Es sorprendente el daño del sobreendeudamiento. ¿Qué harías si estuvieras en esa situación? ¿te quedarías paralizado o intentarías ver cómo puedes ser más competente y comprometido, en la administración de tu dinero?
Ahora pasemos a con algunos consejos respecto del presupuesto, consumo, ahorro, inversión y deuda.
Se organizado, elabora un presupuesto y comienza registrando todos tus gastos y deudas, te vas a sorprender. Puedes usar lápiz y papel o la aplicación más sofisticada del mercado, es sólo un medio para ordenarte.
Nunca pierdas de vista la relación que hay entre tu ingreso y tus gastos y deudas. Establece prioridades, analiza cómo estás manejando tu economía y resiste las tentaciones. Acostúmbrate a decir: “no puedo pagarlo en este momento, no me hace falta, quizá después”. Tienes la obligación y el derecho a saber qué estilo de vida vas a poder financiar.
Plantéate ahorrar, vas a reducir tu riesgo para hacer frente a contingencias e imprevistos. Muchos lo han padecido en estos meses de falta de ingresos y de incertidumbre angustiante. Esto lo vas a tener que relacionar con dos cuestiones: objetivos y plazos para alcanzarlos (tu proyecto de vida). Esto hará más fácil la decisión del ahorro.
Luego vendrá la elección sobre en qué invertir. Regla número uno: debes hacerlo en algo que entiendas, que proteja tu capital y genere rendimientos razonables, no a los espejitos de colores o las estafas que vienen prometiendo ganancias imposibles.
Debes entender cómo funcionan las deudas que vas a tomar a lo largo de toda tu vida, que serán muchas en una sociedad donde ser deudor es casi la regla. Un hecho clave es este: entre más fácil te presten, menos requisitos te exijan y más rápido te den el dinero, el financiamiento será más caro para ti. Nadie regala el dinero, la deuda puede ser un camino sin regreso.
Aprende constantemente. Puedes comenzar por investigar qué significan esas siglas que hoy son confusas para ti, como el costo anual total (CAT) que básicamente representa el esfuerzo que vas a tener que hacer para pagar tus compromisos. Date un tiempo para leer detenidamente el estado de cuenta de tu tarjeta de crédito, en específico, las letras pequeñas antes de que sea demasiado tarde.
Piensa en una estructura sostenida por 3 pilares: inclusión financiera, educación financiera y conocimiento de tus derechos como usuario de servicios financieros. Necesitas los 3 para llevar una relación sana con tus finanzas.
La inclusión financiera ha avanzado mucho, ahora podemos acceder y usar una gran cantidad servicios financieros que en el pasado tenían muchas restricciones. En materia de derechos, como consumidores somos más conscientes de los mismos, pero aun nos falta mucho por aprender. Sin embargo, no se observa la vital importancia de la educación financiera como factor preventivo.
A nivel mundial, se han tenido avances, como la adición de algunos temas en los programas escolares de la educación básica. Algo muy acertado ya que se tiene la oportunidad para combinar comprensión de lectura (al poder entender a qué te obligas cuando firmas un contrato), matemáticas (desde el porcentaje de rendimiento de una inversión, al precio que pagamos en el supermercado cuando hay promociones del tipo 3 por 2 o 70% de descuento en la compra de un segundo artículo), derechos y obligaciones.
Sería bueno que hablemos más del dinero, que sea un diálogo intergeneracional, que podamos alcanzar y mantener una relación sana, no tóxica, con nuestras finanzas. Que podamos comprender por qué los padres suelen decir que no, que sepamos el esfuerzo que representa conseguir los recursos, que siempre son escasos. Que eso no te hace más infeliz sino un mejor administrador. Que los abuelos tienen su visión y creencias acerca del dinero y que los jóvenes puedan hacer su aporte para asimilar el impacto de la tecnología en las finanzas para que, un día, puedan conversar todos juntos y compartir sus conocimientos financieros y enriquecerse el uno al otro.
Que la educación financiera no sea sólo una expresión de moda. Que pueda traducirse en un proyecto concreto y positivo que forme parte de la agenda de temas centrales de nuestra sociedad, trabajando todos los días desde ahora como algo impostergable para la formación de cada ciudadano.
Debemos abordar el desafío de entender las finanzas de nuestra vida con contundencia y continuidad.
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ONDigital Soluciones Financieras.

